lunes, 2 de septiembre de 2013

Veintitantos.


Cuando tienes veintitantos, circunstancias de la vida que te han rodeado hasta ahora cogen otro punto de vista. Se conoce como la “crisis del primer cuarto de vida”.
Un día te miras al espejo y aunque no lo hayas notado, sabes que ya no eres la misma de hace un par de años. Esa inseguridad de la adolescencia ha desaparecido y ya tienes tu personalidad, tus opiniones, tu estilo y tus gustos forjados. Ríes con más ganas y te das cuenta de que el ochenta por ciento de los problemas no son tan graves. El círculo de amigos se ha reducido en número pero aumentado en calidad, aprendemos a valorar los “planes de día”, y el gusanillo de conocer mundo está a flor de piel, así que siempre es buena idea una escapada a algún rincón nuevo.

Salir de fiesta tres días cada fin de semana es vivir al límite. Con la resaca de una noche ya tenemos para dos semanas, los ligues de discoteca te empiezan a parecer vacíos, y pillarse la borrachera del siglo ha pasado de ser divertido a penoso. En su lugar, nos das un bar, buena compañía, unas cañas y un poco de música de fondo… y no nos mueve nadie.

Antes con cualquier cosa nos conformábamos, ahora enseguida distinguimos lo bueno de lo mediocre, en lo material y en las personas, y entiendes que el secreto de todo está en los detalles. Con los estudios, el trabajo o lo caseros que nos volvemos a veces, va siendo más difícil coordinar horarios y ver a tu gente, y cada vez disfrutas más de un café como excusa para poneros al día.

Queremos crecer, sí pero no. A veces te comportas como si tuvieras 18 años, y otras piensas que cada día te pareces más a tu madre. Estamos más abiertos a otros puntos de vista, a gente nueva y a amores diferentes. El día menos pensado encuentras a tu chico y te preguntas cómo has podido vivir sin él todo este tiempo, o quizás te acuestes por las noches y te preguntes por qué no puedes conocer a una persona lo suficientemente interesante como para querer conocerle mejor. Los años van pasando demasiado rápido, y de fondo solo escuchas:  “!Los veintitantos será la mejor época de tu vida!”, y un canguelo te empieza a invadir haciendo que te preguntes: ¿Realmente estoy aprovechando “la mejor época de mi vida”

Fuente desconocida.

jueves, 1 de agosto de 2013

FLY

http://www.youtube.com/watch?v=E4qyIQAsm74

Tiempo

Y es ahora, cuando quizás aun no ha transcurrido el tiempo necesario, cuando observas que nada es como te planteabas. Que todo ha cambiado y que no volverá a ser lo mismo.

Basta un solo año para que tu vida cambie completamente, alegrías, tristezas, despedidas, llegadas... No corras, no tengas prisas.

Toma tu tiempo, todo cambio lo conlleva. Deja de mirar atrás y las heridas del pasado. En contadas ocasiones miramos el pasado y es como hubiéramos deseado. Quizás un final antes de lo deseado o un camino recorrido en dirección opuesta al que ahora desearías

Aprovecha el presente, agárrate a el, disfrútalo.



miércoles, 5 de junio de 2013

Momentos.

Momentos, momentos para reír o llorar.

Momentos para sonreír o apenarse.

Momentos para festejar o lamentarse.
 
Momentos para disfrutar o dejarlo pasar.

Momentos para pensar o desconectar.

Momentos para salir corriendo y gritar o para sentarte y pensar.

Nuestras vidas están compuestas de pequeños momentos en los que decidimos que hacer. Una opción u otra. Distintas alternativas entra un amasijo de posibilidades.
En nuestra mano esta escoger una opción u otra. Lo cual no implica que sea la mejor o la peor.
Todo tiene su momento..

Pero..¿por que escudarnos en los errores, las decepciones y los obstáculos que la vida nos pone en nuestra camino para estar siempre en la segunda opción?
¿Por que elegir siempre llorar o lamentarse? 
¿Por que no elegir reir? ¿Porque perder la oportunidad de estar con esas personas que hacen tu vida distinta en vez de elegir martirizarte en tu soledad?

Todo tiene su momento, no es posible estar siempre completamente feliz, pero tampoco es necesario estar siempre en el otro extremo.
Pasa por esos momentos "nuestros", esos en los que desconectar, recapacitas, piensas, maldices, te lamentas... Pero ponles punto final.

No hay problemas sin solución. Y si no la tiene, deja de ser un problema.

No merece la pena estar siempre en malos momentos. Si, hay que vivir-los. Tenemos que pasar por ellos. Pero piensa, la vida esta compuesta de pequeños momentos en los cuales queda en nuestra mano elegir.
 
Elijas lo que elijas, ten claro una cosa, Nada dura para siempre. 
Así que aprovéchalo al máximo.

domingo, 2 de junio de 2013

Dices adiós.

“Hay una verdad universal que todos debemos afrontar, queramos o no. 
Al final, todo se acaba. Por mucho que deseara que llegara este día, nunca me han gustado los finales…

El último día de verano…El ultimo capítulo de un buen libro…Separarte de un buen amigo. 

Pero los finales son inevitables. 

Llega el otoño, cierras el libro, dices adiós. 

Hoy es uno de esos días para nosotros. Hoy nos despedimos de todo lo que nos era familiar, todo lo que nos resultaba cómodo. Pasamos pagina. Pero solo porque nos vamos, y eso duele… 

Hay  personas que son una parte tan importante de nosotros que estarán ahí pase lo que pase. ellos son nuestra tierra firme… Nuestra Estrella Polar, y esa voz de nuestro corazón que siempre nos acompañara… siempre.”

sábado, 1 de junio de 2013

Coraza

Levantarse cada mañana y vestirte con una coraza, una armadura contra los demás. 

Una herramienta que solo deja ver a los demás tu parte dicharachera, aquella en la que parece que la vida te parece algo pasajero y disfrutas de ella como si no existiese el mañana y no tuvieras preocupaciones.

Cierto es que muestras también tu parte responsable, aquella en la que te muestras interesado por los demás, por la situación actual de un país que parece predestinado al fracaso absoluto, por tus quehaceres y tus responsabilidades. 

Esa parte que muestras ,para los demás, es el reflejo de la mayor naturalidad de tus actos, tu conducta, tu forma de ser y ver las cosas.

Todo por esa coraza que te pones cada mañana, aquella que durante momentos del día y en ciertas situaciones parece que se fracturara en mil pedazos. 
Invisible para el resto de mortales, familiares e incluso amigos, solo visible para aquellos en los que confías, solo para aquellos que te han visto sin ella puesta.

Pero el peso de ella cada vez es mayor, quizás al amanecer no resulte pesado, pero a lo largo de los días, acumulando situaciones, acumulando pensamientos y sentimientos, el peso se vuelve enorme, demasiada carga.
Y empiezas a notar que algo no funciona, que aquello que antes te "protegía" ahora empieza a volverse en tu contra. Llegar cada noche a casa y quitártela es lo único que deseas.... Dejar de fingir ante los demás.

¿La solución?

Quizás, y solo quizás, sea destruirla...